Hoy es el día del padre. Hoy es mi día, pero también es el día de muchos hombres (y algunas madres se podrían incluir también) más. Hoy, todos recuerdan a sus papás, pero yo ya les hablé del mio hace unos días atrás. Por eso, hoy les voy a hablar de mi, de lo que para mi es ser padre.
Hace unos días alguien me preguntó si me acordaba qué sentí cuando mi señora me dijo que estaba embarazada por primera vez y la respuesta fue que sí, obvio que me acordaba, como me voy a olvidar de ese momento. Fue una mezcla de cagazo y felicidad. Creo que todos pasamos por eso la primera vez, pero con certeza les puedo decir que por mi mente pasaron varias preguntas: ¿Qué se hace ahora? ¿Cómo se maneja esto? ¿Voy a poder estar a la altura de las consecuencias?
Después de un tiempo, cuando nació mi hijo, las dudas se fueron despejando. Aprendí que ser padre es de esas cosas que hay que vivir y no pensar. Y cuando pensaba en lo que tenía que ver con mi hijo, ya no pensaba en mi, sino que pensaba en nosotros, porque ya no era sólo yo.
Con el paso del tiempo, también comprendí a mis viejos, me dí cuenta que ser padre es una tarea imperfecta y que todos los errores que cometieron ellos como padres, son quizás los mismos que cometes vos, porque nadie te enseña a ser papá.
Después vinieron mis otro dos hijos, con ellos fue más fácil. Ya tenía la experiencia del primero y el cagazo se había ido. Y podía solo dedicarme a disfrutar de ese momento.
En ésto que yo hago, les podría decir que todos los días te enfrentas a cosas que te ponen de mal humor, situaciones que te hacen preguntarte: ¿De qué vale todo el esfuerzo que hago? Y la respuesta la tengo en casa, cada noche cuando llego de trabajar y veo a mis hijos, me doy cuenta que ellos son la razón para seguir. Ellos son una fuente inagotable de alegría que me reconcilian con la vida todos los días y sin la que hoy no me imagino.
Por eso, en este día tan importante, quería compartir con ustedes, esta especie de homenaje a ellos, a esas personitas que sin darse cuenta, todos los días me alegran la vida.
Y sobre todo, darle mil gracias a mi mujer, Flor, que me hizo papá.
Feliz día!
Hace unos días alguien me preguntó si me acordaba qué sentí cuando mi señora me dijo que estaba embarazada por primera vez y la respuesta fue que sí, obvio que me acordaba, como me voy a olvidar de ese momento. Fue una mezcla de cagazo y felicidad. Creo que todos pasamos por eso la primera vez, pero con certeza les puedo decir que por mi mente pasaron varias preguntas: ¿Qué se hace ahora? ¿Cómo se maneja esto? ¿Voy a poder estar a la altura de las consecuencias?
Después de un tiempo, cuando nació mi hijo, las dudas se fueron despejando. Aprendí que ser padre es de esas cosas que hay que vivir y no pensar. Y cuando pensaba en lo que tenía que ver con mi hijo, ya no pensaba en mi, sino que pensaba en nosotros, porque ya no era sólo yo.
Con el paso del tiempo, también comprendí a mis viejos, me dí cuenta que ser padre es una tarea imperfecta y que todos los errores que cometieron ellos como padres, son quizás los mismos que cometes vos, porque nadie te enseña a ser papá.
Después vinieron mis otro dos hijos, con ellos fue más fácil. Ya tenía la experiencia del primero y el cagazo se había ido. Y podía solo dedicarme a disfrutar de ese momento.
En ésto que yo hago, les podría decir que todos los días te enfrentas a cosas que te ponen de mal humor, situaciones que te hacen preguntarte: ¿De qué vale todo el esfuerzo que hago? Y la respuesta la tengo en casa, cada noche cuando llego de trabajar y veo a mis hijos, me doy cuenta que ellos son la razón para seguir. Ellos son una fuente inagotable de alegría que me reconcilian con la vida todos los días y sin la que hoy no me imagino.
Por eso, en este día tan importante, quería compartir con ustedes, esta especie de homenaje a ellos, a esas personitas que sin darse cuenta, todos los días me alegran la vida.
Y sobre todo, darle mil gracias a mi mujer, Flor, que me hizo papá.
Feliz día!
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