Hace unos días que no escribo nada para el blog, más allá de contarles como me fue en las recorridas que hago diariamente y hoy cuando me puse a pensar sobre qué escribir, recordé que era al día mundial contra el trabajo infantil.
Justo hoy, un día después de que uno de los noticieros más vistos de la Argentina, presentara un informe sobre la explotación que sufren los menores de edad en Mendoza. En ese caso en particular los utilizan para sembrar ajo, pero no es el único caso.
Según cifras oficiales 456 mil niños son víctimas de este problema en nuestro país. Y todos los vemos. Vemos a los chicos que hacen malabares en las esquinas, a los que venden estampitas en el tren, a los que utilizan para trabajar los campos, a los que explotan sexualmente, a éstos últimos los ven unos pocos, pero hay gente que sabe que están y dónde y así y todo no dice nada.
Ahora, yo como padre me pregunto: ¿Cómo puede ser que haya padres que mandan a trabajar a sus hijos? ¿Cómo puede ser que no les remuerda la conciencia saber que les están robando la infancia, ese tiempo que para todo chico debería ser sagrado? ¿Cómo pueden vivir cargando con esa culpa?
Las respuestas no la sé. Sólo sé que desde mi lugar, desde mi banca de diputado, esa que ocupo hace poco más de tres años, voy a seguir trabajando para que este tipo de cosas dejen de ocurrir.
Pero así y todo, les quiero pedir a cada uno de ustedes, que si saben de alguna situación de explotación de menores, la denuncien, porque quizás si todos aportamos nuestro granito de arena, podamos cambiar algo, o por lo menos vamos a poder decir que nos fuimos a dormir tranquilos, porque hicimos lo que pudimos.
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