miércoles, 3 de junio de 2009

Día del inmigrante italiano

Junto a mi papá

Hoy, 3 de junio, este día tan importante para los ítalo argentinos, el día en que conmemoramos a los inmigrantes italianos, como parte de ese grupo de ciudadanos, mi mejor homenaje a todos los tanos, es acordarme de mi papá, Antonio, Tonino, como le decían sus amigos y familiares, aunque para mi con papá bastaba.

Él llegó a la Argentina en 1949, con tan sólo 14 años, junto a sus dos hermanos, Franco, el mayor, el responsable de guiarlos en ese largo viaje desde Génova hasta Buenos Aires y Pía, la hermana del medio, dos años menor que Franco y dos mayor que mi papá.

Vinieron a la Argentina para reencontrarse con Giorgio, su padre, al que no veían desde hacía dos años, cuando había dejado Italia. Por ese entonces, mi abuelo había formado otra familia acá, pero eso no evito que apenas los viera bajar del barco, los abrazara, como solamente un padre que extraña a sus hijos puede hacerlo, según contaba mi viejo.

Acá, en esta tierra que amó y adoptó como propia, mi papá se casó, tuvo tres hijos y trabajó, con orgullo y a sabiendas de que el trabajo era la única manera de darle una vida digna a sus hijos, hasta que se enfermó. En ese momento, como digo siempre, un poco por su locura, un poco por la mía, cuando yo tenía 21 años, me dejó al mando de los negocios de la familia. Sin embargo, siguió formando parte de la Comisión Directiva del Hospital Italiano, entidad desde la que lucho por la colectividad italiana durante años.

Pero más allá de todos sus logros en lo laboral, lo que yo más recuerdo de él, son los momentos que compartimos. Las vacaciones familiares en Tandil, las tardes jugando al golf, las horas en la cocina, cuando me enseñaba a cocinar... Aún hoy, a más de seis años de su fallecimiento, cada vez que cocino siento que lo tengo al lado. También me acuerdo del momento en que le dije que iba a ser abuelo, la felicidad que tenía en el rostro y lo orgulloso que se sintió cuando le dije que su primer nieto se llamaría como él, porque no había mejor ejemplo que yo quisiera que siguiera.

Por todo lo que fue para mi, por la garra que puso siempre para defender a su colectividad, éste es mi homenaje a él y a todos los italianos que vinieron escapando de la guerra o como en el caso de mi papá, después de terminada, porque todos ellos, vinieron a la Argentina a buscar un trabajo, hacerse un futuro y vivir una vida digna.

Porque todos ellos deben ser un ejemplo para las nuevas generaciones, feliz día del inmigrante italiano.

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